Las actividades académicas de la Maestría en Desarrollo Humano y Educación Socioafectiva están organizadas en el contexto de los campos formativos definidos por el Proyecto de la Facultad de Ciencias y Educación, que son:
 
El campo de formación investigativa. Se orienta a «fortalecer la capacidad de desarrollar y mantener una actitud de indagación que, enriquecida con teorías y modelos investigativos, permita la reflexión disciplinada de la práctica educativa y el avance del conocimiento científico, pedagógico y didáctico» (Universidad Distrital, 1999, p. 34)15.En este sentido, la investigación potencializa la capacidad de búsqueda y descubrimiento, anima al ser humano a dar respuesta a sus interrogantes y es clave para la formación de un maestro-investigador que, apoyado en sus conocimientos y prácticas, puede contribuir con la producción de conocimiento en los campos de la educación, la pedagogía y la didáctica.
 
El campo de formación ético-política. Asume los problemas de la sociedad de hoy (la violencia, el sectarismo, la inequidad, la drogadicción, la pérdida de valores, corrupción, narcotráfico, parapolítica, terrorismo, etc.) y hace ineludible el logro de una cultura de paz que haga posible la convivencia social, democrática y solidaria:
(...) a través de una adecuada formación ciudadana que promueva en toda la capacidad para actuar socialmente y para participar activamente en los procesos de generación y distribución de riqueza colectiva; los proyectos de nación y de ciudad-Región Capital-, a cuyo servicio necesariamente debe estar la educación, requieren que seamos capaces de alcanzar la transformación de nuestros habitantes en ciudadanos (Universidad Distrital, 1999, p.34).
Entendiendo al ciudadano no como aquel que ocupa un espacio físico en la ciudad, sino como el dinamizador de todas las posibilidades sociales y culturales. En esta dimensión se hace necesario pensar en la formación de maestros y profesionales como ciudadanos donde la reflexión acerca de lo ético y axiológico se da como la posibilidad de generar prácticas democráticas en el ámbito educativo. Esto significa: generar estrategias para aprender a vivir la democracia, la tolerancia y otros valores en espacios de participación reales, contextualizados en la escuela, la universidad, la comunidad, la familia etc.; asumiendo en su ejercicio el riesgo de la incertidumbre; pero también potenciando el desarrollo de la capacidad de los individuos y grupos para discernir en forma competente sobre su acción ética y política.
Otro elemento que atañe a este campo de formación se relaciona con el de la formación de ciudadanos. Ser ciudadano significa mucho más que llegar a una mayoría de edad, adquirir compromisos de carácter legal o contractual y cumplir con el deber de pagar impuestos o votar. De acuerdo con Bárcena (1997), ejercer la ciudadanía es una actividad social, es decir una práctica que se construye a través de la interacción con otros y de los vínculos con la sociedad; por lo tanto, como actividad social, la ciudadanía cumple con dos rasgos: la intencionalidad y la exterioridad. Rasgos que nos permiten comunicar algo y comunicarnos con otros desde una visión compartida y en la cual participamos, nos respetamos y nos sentimos reconocidos dentro de reglas de juego y valores concertados. Ser ciudadano también significa adquirir ciertas prerrogativas que permiten participar en la dirección de lo público y en la proyección de un modelo de sociedad a través de la participación política que transciende el factor electoral; esto implica la apropiación de una concepción de lo político como la organización de la sociedad y la participación en el desarrollo del bien común. En este sentido:
La educación debe entenderse como productora no solo de conocimientos sino de sujetos políticos [para reafirmar su misión de] proporcionar ámbitos de educación crítica que sirvan para crear una esfera pública de ciudadanos capaces de ejercer poder sobre su propia vida, y en especial, sobre las condiciones de la producción y la adquisición del conocimiento (Giroux, 2003, p. 305).
 
El campo de formación comunicativo y estético. Articula y concibe el lenguaje, la comunicación, la experiencia estética, lúdica y creativa como formas de comprensión de la realidad y como medios para el dominio de los sistemas simbólicos expresados en imaginarios y representaciones que median en la construcción y aplicación del conocimiento y en la interacción y la expresión de la subjetividad y la intersubjetividad de los sujetos educativos: "En el mundo moderno, el dominio de lo simbólico es imprescindible y por eso, el desarrollo de las capacidades de leer, escribir, escuchar y hablar dejan de ser tareas exclusivas de los primeros grados escolares para convertirse en el aprendizaje diario y superior de nuevos códigos y de distintas formas de significar" (Amaya, 1994, p. 28).